El Salar de Llamara es un atractivo de categoría nacional que se encuentra en la comuna de Pozo Almonte, en la provincia de Tamarugal, región de Tarapacá. Este sitio natural es una planicie salina que se destaca por su singularidad y belleza, pero lo que lo hace verdaderamente especial son las cianobacterias que alberga.
Un Ecosistema Excepcional
Lo más notable del Salar de Llamara son las cianobacterias que lo habitan. Estos organismos celulares son responsables de la fotosíntesis en el agua, convirtiendo el hidrógeno en oxígeno y otorgándole al salar su característico color verde-azulado. Lo asombroso es que estas cianobacterias han permanecido en su estado original durante más de 3.500 años, sin evolucionar. Son fundamentales para el surgimiento de la vida en la Tierra, lo que lo convierte en un lugar verdaderamente único.
Un Tesoro Natural
El Salar de Llamara es uno de los cuatro salares en el mundo conocidos por albergar estas cianobacterias, lo que lo convierte en un tesoro natural de importancia global. Su singularidad y relevancia para la ciencia y la ecología hacen que sea un destino fascinante para visitantes interesados en la biodiversidad y la historia de la vida en la Tierra.
Accesibilidad y Ubicación
Este increíble salar se encuentra en la comuna de Pozo Almonte, lo que lo hace accesible para los visitantes que deseen explorar esta maravilla natural. La región de Tarapacá alberga este tesoro en medio del árido paisaje, brindando una experiencia única en pleno norte de Chile.
Historia del Salar de Llamara
El Salar de Llamara, ubicado en la región de Tarapacá, Chile, no solo es un tesoro natural sino también un testigo silencioso de la historia que se desarrolló en su entorno a lo largo de milenios. Su historia se remonta a tiempos prehistóricos y ha sido objeto de estudios que arrojan luz sobre la relación entre la geología, la hidrología y la presencia humana.
El Paleo-Lago y el Poblamiento Humano
Estudios geológicos han revelado la existencia de un gran cuerpo de agua en la zona del Salar de Llamara durante el pleistoceno tardío, hace aproximadamente entre 16,100 y 14,600 años antes del presente (AP). Este período se caracterizó por mayores lluvias en la región, conocido como el «Evento Pluvial de los Andes Centrales» (CAPE), lo que favoreció la formación de este lago. Pruebas de esta existencia incluyen depósitos lacustres en el lado occidental del salar, que se preservaron de posteriores aluviones que descendieron de las quebradas precordilleranas.
Durante otros momentos de mayor pluviosidad, entre 12,100 AP y 11,400 AP (equivalente a principios del siglo XI y principios del siglo XIV d.C.), se cree que existieron cuerpos de agua como lagos o lagunas en los desagües de las quebradas de Maní, Sipuca, Tambillo y Guatacondo, que desembocaban en el salar.
Evidencia Humana Temprana
Se han encontrado vestigios humanos en el sitio Maní 12, en la cercana Quebrada de Maní, datados entre 12,800 AP y 11,700 AP. Estos restos representan uno de los registros arqueológicos más antiguos de Chile y sugieren que los seres humanos habitaron la región cercana al gran paleo-lago o a los posibles lagos en los desagües de las quebradas, según los estudios geológicos.
Un hallazgo particularmente intrigante fue una punta de obsidiana incrustada en la costra de sal del Salar de Llamara. Esta obsidiana se cree que podría haber sido contemporánea de Maní 12, lo que sugiere que existió antes del colapso del paleo-lago, un evento datado entre 10,000 y 9,000 años calibrados AP.
La Importancia de los Paleo-Humedales
En el contexto de la cuenca endorreica de la Pampa del Tamarugal, al norte del Salar de Llamara, se han realizado investigaciones similares. Se ha propuesto una situación parecida de formación de cuerpos de agua y flujo hídrico, que crearon paleo-humedales. Estos paleo-humedales se relacionan con la presencia de megafauna y el poblamiento humano en la región, con un primer gran período de recarga hídrica entre 25,400 AP y 10,800 AP y un segundo período entre el 1,000 a.C. y 1,300 d.C., que permitió un desarrollo intensivo de la agricultura.
El Salar de Llamara, con su historia milenaria y su relevancia arqueológica y geológica, sigue siendo un lugar de gran interés para la investigación y una ventana al pasado de la región de Tarapacá.
Amigos viajeros, en su visita a la Región de Tarapacá, prioricen su seguridad y respeten el entorno. Opten por servicios turísticos registrados, lleven su basura y si van a explorar áreas remotas, viajen con un guía experimentado o alguien que conozca la zona. La seguridad es clave para un viaje inolvidable. ¡Disfruten con responsabilidad!
